Abelardo amanece envuelto en el resabio de una pesadilla con visos depremonición. En pocas horas, el puzle de avatares que conforman supasado lo abocará al acontecimiento más trascendente de su vida. A lolargo de la narración descubriremos las piezas que tensarán suexistencia, inundándola de aristas decadentes. Su madre, una mujerfantasiosa trajinada por un empleado de banca bilbaíno que pasaba latarde hipnotizado, echando monedas a la máquina tragaperras. Su padre, emigrante que, tras perder el empleo en Suiza, se convertiría en unbebedor silencioso, hundido en sí mismo. Su hermano Güilli,adolescente de cuarenta y cuatro años dedicado a husmear patrimoniossin herencia para recibir una recompensa. Su hija Elsa, una joven quetomaba sus estallidos emocionales como si tuviesen la relevancia deuna conflagración cósmica; incapaz de modular las confusas señales que recibía, terminó embelesada con el primer señuelo dispuesto aclavarle su aguijón. A ellos se suma toda una amalgama