Las húmedas mazmorras de una gótica Santa Inquisición nos revelan al Poe del Romanticismo. Y al vengativo, que imagina el crimen que lo hará libre. Su álter ego, Monsieur Dupin, será como un rayo de esperanza en sus relatos, plagados de terrores.
Pero de nada sirve refugiarnos en los placeres del mundo, ni añorar la eterna belleza, pues la terrible plaga de la muerte acecha inevitablemente en el pórtico de la noche profunda.