Diego Armando Maradona: una ley en sí mismo y un dios para millones de futboleros de todo el
mundo. Las aventuras europeas del astro argentino abarcaron dos temporadas en Barcelona, siete
en Nápoles y una en Sevilla. Las tres incluyeron emociones, polémicas, intrigas y momentos de
genio futbolístico como para llenar una vida de recuerdos. No era un ángel ni un santo, pero tampoco
un demonio. Era, simplemente, el mejor jugador que ha dado nunca el fútbol. En Barcelona,
Maradona se vio reprimido por lesiones y enfermedades graves, y su divino talento sólo brilló de
forma ocasional. Pero cuando lo hizo... Por desgracia no fue precisamente un matrimonio perfecto,
sino una tórrida historia de amor que a veces rozó las estrellas, pero que con demasiada frecuencia
cayó a tierra. ¡Y entonces llegó el Nápoles! Los napolitanos adoraron a este prodigio argentino que
llegó del cielo como un ángel, bajando al estadio de San Paolo en helicóptero, y que durante siete
años tan gloriosos como enormemente controvertidos, consiguió que sus mejores sueños se hicieran
realidad. El tesoro de San Gennaro, un rey con corona de espinas cuyas andanzas nocturnas
habrían hecho ruborizarse a la mismísima familia Borgia. Pero vestido de azul celeste napolitano,
Maradona hizo bailar a la pelota. ¡Bis! En Nápoles, a pesar del horrendodesenlace, iban a amarlo
para siempre. Sevilla: un epitafio trágico, en el que Diego comprendió por fin que a pesar de que
desde los diez años hubiera escuchado que era un dios, en realidad sólo era humano. Que nadie
vivía eternamente. Luchando constantemente contra una adicción a la cocaína que avanzaba como
una bomba de relojería, y que hizo que las aventuras europeas de Maradona acabaran en infelicidad
y acritud en la ciudad gitana. ¡Pero qué gran viaje! Una tan desmedida como inolvidable historia
de fútbol, mafia,drogas, corrupción, alcohol, mujeres y, sin duda, el mejor futbolista que ha visto
el mundo. Amado y aborrecido, adorado y odiado, sólo ha habido un Diego Armando Maradona.