El sufrimiento es un elemento inherente a la vida humana, desde el pecado de Adán. Es una interrogante que se hacen los que están bajo el peso del dolor y sus familiares y amigos: ¿Para qué sufrir?
La respuesta es Cristo, el "nuevo Adán": su ejemplo personal y su palabra de vida: El que quiera venirse conmigo, que cargue su cruz y me siga (Mt 16,2). No obliga a nadie, invita a todos. Y todos pueden encontrar en Cristo el mejor ejemplo para la vida propia y la respuesta a ese interrogante que, fuera de la fe cristiana, no pasa de ser un absurdo, una losa que aplasta, un mal sin sentido, un maldito capricho de la naturaleza...Solo Cristo es la respuesta, solo Cristo es la Verdad.