Es sorprendente constatar la poca capacidad que tenemos los seres humanos para aceptar al otro como es, a pesar de que es más o menos generalizado el principio de relaciones humanas que establece como regla no criticar a los demás y aceptarlos como sonö. Sabemos racionalmente que podemos aprender de los demás a partir de las diferencias si adoptamos la actitud adecuada. Conceptualmente, sabemos también que no existen hechos psicológicos mejores o peores, solo diferentes. Más aún, reconocemos igualdad de derechos para expresar ideas y deseos diferentes e igualdad de oportunidades. Nuestro raciocinio, por ejemplo, concede valor a una actividad mercantil y también a otra actividad creativa y artística. Sin embargo, en los hechos, constantemente hacemos demostraciones de algún tipo, que indican nuestra falta de aceptación.