Unos años antes el joven principe llega a Sevilla, nombrado por el rey duque de la provincia Bética, junto a su esposa, la princesa franca Ingundis. ¿Qué pudo ocurrir para que al poco tiempo abjurase del arrianismo y se convirtiera a la religión del antiguo imperio romano?
A partir de los escasos datos que aporta la época, Jose J. Ruiz Pérez entrelaza de forma deliciosa y atractiva en Rey de Ispali los motivos que pudieron llevar al futuro san Hermenegildo a tomar tan drástica decisión con la vida cotidiana del manasterio Honoriacense, abadía que se cree estuvo erigida en las cercanías de Sevilla cuando era superior de la mima el abad Isidoro, antes de ser obispo de la diócesis y conocido por toda la cistiandad como San Isidoro de Sevilla, mostrándonos al mismo tiempo la rutina de los copistas y percamenarii, de los herboristas e incluso de los herejes de la época, utilizando a un joven médico, Ardo, como eslabón de enlace entre el principe y la vida monca