La monarquía tuvo un papel fundamental en el proceso de reconfiguración del liberalismo posrevolucionario en Europa. Lejos de desaparecer, consiguió mantenerse como una institución capital para la construcción del estado-nación hasta los albores del siglo xx. Todo ello fue acompañado de una pérdida del poder efectivo del monarca que acabó aceptando un desplazamiento que iba de lo político a lo simbólico, asumiendo como propia la mediación entre grupos sociales y la representación última de la unidad y de la moral nacionales. Este libro propone acercarse a un proceso cuyas dinámicas ofrecen muchas posibilidades de análisis por lo que se refiere al siglo xix, dinámicas que, a la vez, nos permiten entender las realidades de la primera mitad del siglo xx. En este trabajo se estudian cuestiones como el carácter simbólico del monarca en el proceso de nacionalización y las posibilidades que ofrecía su figura como encarnación de la nación a través de mecanismos como los viajes reales o las devociones religiosas, tratando de dilucidar si tales estrategias alcanzaron el éxito esperado o si, por el contrario, no consig