El protagonista de los dos libros anteriores (sobre cementerios y cárceles) escribe cartas al autor durante la pandemia y en cada una le habla de un manicomio. Los relatos están plagados de anécdotas, unas muy desagradables y otras más asequibles, inclu- so las hay divertidas y, sin duda, todas sorprendentes. No se recrea en el morbo, provoca que el lector se enganche y quiera saber, pero sin sufrir más de la cuenta.