"Aquí comenzó, hace muchísimo tiempo, un diálogo inmenso entre tierra y oleaje, donde se forjaron los hombres". La frase, escrita por Michel Le Bris, podría aplicarse a Normandía, pero en realidad se refiere a la vecina Bretaña, donde tierra y hombres afrontan desde hace siglos los embates furiosos de la naturaleza y las vicisitudes de la historia. Bretaña avanza hacia el océano Atlántico y termina en Finistère, con su silueta de tridente. Allí termina la tierra y comienza el viaje por mar. Difícil encontrar una costa más fracturada, más imprevisible, más original que el litoral bretón. Por su parte, Normandía es algo así como la campiña de París. Un lugar auténtico, con sus chaumières (casas con techo de paja), sus vacas y un sinfín de detalles encantadores. Es una campiña ultracivilizada, tan cuidada y mimada, que bien mirado parece un jardín inglés. Bajo ese manto verde Normandía esconde sutilezas y pasiones impenetrables, como el espectacular Mont-Saint-Michel. La guía Trotamundos os desvelará hasta el último secreto de estas dos regiones francesas y os ayudará a escoger los mejores lugares para alojars