El invento del matrimonio empezó a extenderse del mismo modo en el que siglos después se iba a extender el tuperware, por medio de ese aquelarre al que las mujeres llaman sencillamente reunión de amigas y que tantas desgracias nos ha traído a los hombres. Las recién casadas llamaban a sus amigas, y quedaban con ellas para que se murieran de envidia y, de paso, hablar de guarradas, tradición que aún hoy se mantiene.
Cada vez se veía a menos gente por la calle porque «el sitio de un maridito está en la cueva con su mujercita y no por ahí en la calle». Esta frase es de Eva que, como había sido la inventora, era la que además desarrollaba el invento e imponía las reglas. Algo así como la FIFA, pero para el matrimonio.
Margarito Poncel
"Lo que millones de hombres casados piensan y no se atreven a decir".
(Un tío mío que no se atreve a identificarse)
"Pues le dices al imbécil ese de tu amigo que cuando le coja va a escribir uno sobre hospitales ... "
(La novia de un amigo mío que sorprendió a su futuro esposo leyendo este libro)
"¿Ha pensado usted en la cantidad de riesgos que asume uno al salir a la calle?"
(Un vendedor de seguros de vida)