En el corto espacio de tiempo de dieciséis años, de 1994 a 2010, Chaves ha pasado del anonimato a una gran notoriedad, consideración y aprecio indiscutibles merced al desvelo y cuidado también de unas pocas personas por entonces ( Abelardo Linares, sin la menor duda, Maribel Cintas, que prepar las obras completas y supongo que uno mismo), y luego de muchas más que se han ido sumando con un sentimiento de felicidad y asombro, al fin de un gran autor, no una curiosidad bibliográfica. Algo así no había ocurrido antes con ningún otro escritor, si no me falla la memoria, y ninguna historia de la literatura y del periodismo que se escribiera hoy podría no sólo no tener presente a Chaves sino no ponerlo en lugar eminente.