En el inquietante «El juego de morir», uno de los catorce cuentos que componen este libro, podemos leer que «volver es un privilegio, o una vergüenza, que solo quien se ha ido puede merecer».
Para dejar constancia de ese privilegio, el autor utiliza la ternura como antídoto de la soberbia y el humor como remedio contra el pudor. El resultado es un desnudo honesto y, por tanto, gozoso de la condición humana. Son recurrentes los encuentros con el otro, con lo otro, como hilo desencadenante de muchas de las historias aquí narradas. Tales encuentros funcionan a modo de marcapáginas vitales que orientan el devenir de la mirada, provocando la necesaria suspensión del juicio entre «La realidad y el deseo», título del primero de los relatos que nos regala este volumen.
Pasado, presente y futuro, el tiempo, en definitiva, no únicamente se confunden en estas páginas, sino que las conforman, deteniéndose desde las primeras experiencias hasta las últimas voluntades de unos personajes que recorren «ese vano peldaño entre niñez y ancianidad».
Todos tenemos dónde mirar, todos disponemos del «arca embarullada de la