El doctor Frankl, psiquiatra y escritor, suele preguntar a sus pacientes
aquejados de múltiples padecimientos: «¿Por qué no se suicida usted?» Y muchas
veces, de las respuestas extrae una orientación para la psicoterapia a aplicar:
a éste, lo que le ata a la vida son los hijos; al otro, un talento, una
habilidad sin explotar; a un tercero, quizás, sólo unos cuantos recuerdos que
merece la pena rescatar del olvido. Tejer estas tenues hebras de vidas rotas en
una urdimbre firme, coherente, significativa y responsable es el objeto con que
se enfrenta la logoterapia.
En esta obra, Viktor E. Frankl explica la experiencia que le llevó al
descubrimiento de la logoterapia. Prisionero, durante mucho tiempo, en los
desalmados campos de concentración, él mismo sintió en su propio ser lo que
significaba una existencia desnuda. ¿Cómo pudo él que todo lo había perdido,
que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frío,
brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio, cómo pudo
aceptar que la vida fuera digna de vivirla? El psiquiatra que personalmente ha
tenido que enfrentarse a tales rigores merece que se le escuche, pues nadie
como él para juzgar nuestra condición humana sabia y compasivamente. Las
palabras del doctor Frankl alcanzan un temple sorprendentemente esperanzador
sobre la capacidad humana de trascender sus dificultades y descubrir la verdad
conveniente y orientadora.