«La muerte sobrevuela estos poemas como aquella que nos mostró Michael Leisen persiguiendo el coche de unos fiesteros versión años 30. Y yo no sé si Odón sabe que se pasea entre sus versos ni si, en su caso, es una belleza rubia o un pañuelo de gasa. El caso es que la muerte mira por todas las cerraduras esperando un momento de descuido. Qué más quisiéramos que la muerte atrapara un 2 por 1 y desapareciera con su corte, pulsera todo-incluido en mano, un fin de semana en un hotel perdido de la mano de dios. A unos les daría por saltar al vacío sin paracaídas, otros beberían veneno con sabor a canela y, Odón, seguramente, aprovecharía para dejar de dormir como las liebres. Porque lo único que pide es morir "con los cinco sentidos a punto". No quiere morir durmiendo, no quiere morir borracho. ¿Siempre lo das todo, Odón?» (Isabel Bono).