Esta historia del toreo caballeresco ha querido ser al mismo tiempo una historia social y una historia cultural. Una historia social por cuanto el toreo a caballo está íntimamente conectado con la existencia de una nobleza que se piensa avalada por sus funciones militares y que se considera depositaria de unos valores específicos constitutivos de su razón de ser como estamento privilegiado. De este modo, el prestigio nobiliario, unido a la práctica de la guerra, se mantiene en tiempos de paz mediante el ejercicio de los alardes y de los juegos ecuestres, uno de los cuales en el caso de España es el toreo a caballo. Los toros se insertan así en la historia de la nobleza, de sus mecanismos de perpetuación y de sus representaciones simbólicas.
Y una historia cultural por cuanto los toros han de explicarse por una tradición nacida en suelo hispánico que los convierte en una creación exclusiva de la civilización española. Y también porque la fiesta de los toros es una de las plasmaciones más genuinas de la cultura aristocrática y cortesana de los tiempos modernos.