Las anfetaminas del desayuno, la nicotina a media mañana, los ciclosde piritioxina y, por supuesto, su cafeína de rigor antes de entrar en la cabina de grabación. Eso es lo que Eugenio Morales, neurocirujanoy filántropo de renombre, férreo elitista que desprecia toda droga nosintética, ha consumido para enfrentar la peor de las desgracias quepodría haberse imaginado nunca: los estudiantes de la facultad deComunicación se han convertido en seres violentos con tendenciascaníbales y escamas en la piel durante la emisión en directo.
Por si fuera poco, se ha quedado encerrado en elestudio de radio con una youtuber mediocre, una perroflautabarriobajera, una k-poper recalcitrante y una enviada de Satanás. Esta última, Sara, cree que su invitado de honor está involucrado en elincidente. No les quedará más remedio que dejar a un lado lasdiferencias y cooperar juntos si quieren salir sanos y a salvo de laUniversidad.