En un tiempo de violencia, Eavan Boland se impone con unos poemas más radicales que nunca, contra la realidad social y política de su Irlanda. Habla con toda franqueza desde la perspectiva de una mujer en el tiempo que intenta congraciarse con su pasado, y también con su futuro, a través de un enfrentamiento directo con los hechos del presente. Estos poemas son una forma de resistencia y, a la vez, un acto de conmemoración.