Manuel
Pérez Aguado (Manolito
para los amigos; en el estrado, don Manuel) es profesor de literatura, y además
lector y escritor. La vida de Manuel,
que va atisbándose al filo de la obra, es bastante común: nació en un
pueblecito en el que sólo dos casas tenían luz eléctrica; hijo de las clases de
Historia Sagrada y de un Hollywood legendario, vivió en su infancia la llegada
de la Coca-Cola, y fue a estudiar la carrera a la capital, para lo que tuvo que
ganarse el pan. Sin embargo, ahora, en nuestros días, se ha convertido en una
figura muy peculiar: es alguien-que-sabe. Enamorado de los libros, reflexiona
sobre la ficción y la realidad. Amante de la vida, medita sobre su pasado y
sobre un presente lleno de contrastes que nos concierne a todos.
Landero, con la seductora prosa a la que nos
tiene acostumbrados, intercala entre las páginas dedicadas a Manuel Pérez Aguado ideas, apuntes y
retazos que hacen de contrapunto y añaden al libro otra voz: una voz que habla
en primera persona, que narra otras historias, y que casi, diríase, acaba
transformándose en otro personaje.