Espere a ser atendido reúne catorce historias de sabor agridulce donde la ternura y el humor son el salvavidas de personajes que transitan la adolescencia o la madurez buscando desesperadamente su lugar: en el barrio, en la inmensidad de la ciudad, en el corazón de otros. Son almas que no terminan de encajar y que, en un punto de inflexión, se atreven a imaginar un cambio.
A veces, una simple cámara de fotos o un plato de albóndigas actúan como catalizadores; otras, es un evento como una subasta, la espera en una cola o un beso lo que lo precipita todo. Que ese anhelado giro se complete o no es secundario; lo importante es que, desde ese momento, nada vuelve a ser igual.
Resulta inevitable sentirse reflejado en estas narraciones, empatizar con sus protagonistas y acompañarlos en un viaje que puede ser una road movie manchega, una incursión a los patios traseros de la juventud, una lección sobre el desamor, un grito contra la injusticia social o una celebración de la vida y la muerte. Te podrán gustar, quizás incomodar, pero una cosa es cierta: no te dejarán indiferente.