«Tengo una foto del casamiento de mis padres, él con traje oscuro y el pelo peinado a la gomina. Ella de trajecito claro y una boina (con un moño grande, a cuadros), la sonrisa perfecta, los ojos bajos, una cartera pequeña en una mano (la otra mano enlazada a la mano de mi padre).» Así empieza esta delicada y profunda evocación familiar que también es una historia colectiva, contada por una voz que rememora o imagina la vida de sus ancestros que llegaron a tierras americanas desde Europa en busca de una oportunidad. La tatarabuela que viajó en la bodega de un barco, la abuela que fregó los suelos de una iglesia, la madre que enseñaba a la gente del pueblo a leer. Y como ellas tanta gente. Una memoria íntima y colectiva, la de un linaje y su resistencia. La lectura de este álbum permite sumergirse en una atmósfera histórica sin idealización, cargada de matices; luces y sombras que las páginas en sepia al comienzo del libro ilustradas por Santiago Guevara retratan con maestría. Y si el texto de Andruetto se ancla en el pasado, Guevara lo trae al presente, el de los migrantes que conocemos o que quizá no vemos,