La preocupación por la muerte y por la salvación del alma llevó a los fieles a realizar acciones piadosas y a obtener indulgencias mediante la adquisición de las bulas. La imprenta facilitó su elaboración y, desde Gutenberg, se hicieron millones de buletas que llegaron a todos los rincones. A cambio de una cantidad de dinero y del cumplimiento de unas condiciones (confesión, etc.), los fieles ganaban unas indulgencias (para sí y para sus difuntos), mientras que se lograba financiación para la cruzada, construcción de catedrales o iglesias, redención de cautivos Así pues, estas bulas incunables fueron un producto que sirvió para la salvación del alma. En España, las primeras se imprimieron en 1473, pero fue a partir de 1483 cuando, a instancias de los Reyes Católicos, empezaron a producirse para la guerra de Granada, la cruzada hispánica. Desde entonces, estas y las particulares se predicaron a lo largo del siglo XV, con numerosas ediciones. Sin embargo, su escasa entidad física, su uso personal, incluso que acompañaran al difunto en la tumba, han llevado a la desaparición de la mayoría, siendo incunables rar