ste libro no está escrito por aquellos que sobrevivieron al diluvio, está escrito por esos otros que fueron atravesados por la lluvia hasta la desaparición, y que entre tanta agua no pudieron sentir otra cosa que sed. La sed, la soledad, el abandono, el exilio, la fiebre. Y la más pura rebelión. Porque ante la inevitabilidad de las cosas Luci Romero dice que no. Dice que la inercia no funciona, que todos los muros acaban cayendo. Que se puede romper con las manos el espejismo del desierto. Sobre todo eso habla El diluvio. Es un libro hecho de lluvia y sed, cargado de una violencia soterrada y sorda que no es otra que la de la pasión y la perplejidad ante el dolor y su cura, de imágenes poderosas que se clavan como agujas, de música rota y silencios densos. Esto es lo que vamos a encontrarnos a lo largo de este libro, cada vez más empapados de su agua envenenada. Luci y sus infinitos trajes, y sus ojos también infinitos, contando historias y viviendo personajes hasta quedarse desnuda bajo la lluvia, frente a la sed.