La escritora cordobesa Soledad Zurera López, miembro del Ateneo de Córdoba y colaboradora en diferentes revistas literarias, nos sorprende con un nuevo poemario, La luz no usada, donde nos desgrana desde las entrañas más ancestrales de la mitología, una manera muy diferente de afrontar la vida, aquella en la que a veces nos cuesta percibir el aire fresco de la mañana y solo la noche acompaña los pasos de un dolor al que, en ocasiones, es mejor no enfrentarse. Sus versos son de una sutil maestría, llenos de magia y sueños por donde se escapan los lamentos para dar paso a la existencia más pura y relajada. En el prólogo, José Luis Rey (poeta, profesor, traductor y crítico literario), la describe así:
Poeta o poetisa qué más da, donde la ninfa Erato depositó con generosidad la gracia de la que es dispensadora. Soledad es poeta sin remedio, sin opción a otra cosa y sin posibilidad de no serlo. Toda la vida, desde su primera adolescencia, la conocí distante, apartada, ausente acaso de ahí su nombre, mirando al vacío, alejada de un mundo que no le interesa, queda en sí misma viendo cosas que los demás ignoran: légamo fértil de un mar misterioso, periplo en solitario que asegura la dicha
La luz no usada, nos lleva a observar desde los templos más remotos o foros rodeados de arcos, los caminos interiores del ser humano, que cada lector reconocerá como propios; veredas donde hemos a veces tropezado y otras encontrado la libertad.
De cada estrofa emana un manantial calmo por donde emerge la poesía bien estructurada, de una belleza líquida sin igual, que va convirtiendo al lector en cada gota que salpica unas páginas cargadas de supervivencia, de guerras ganadas a pulso y en recompensas por cada batalla vencida. La vida a pesar de los años es protagonista en todo momento, con ello la escritora nos invita a sentirla en toda su inmensidad, como un tesoro que no debemos descuidar ni dejar que se nos parta a pedazos y caiga sobre nuestros pies.