La vida ha golpeado muchas veces a Bellón. Cobrar facturas impagadas, proteger a prostitutas y hacer de guardaespaldas de saldo le ha convertido en una piñata con la que juega el destino. Eso ya lo sabe, pero esta vez Bellón ha recibido otro tipo de golpe, uno grande, desconocido: un golpe de suerte. Tras el doble fondo de un armario, Bellón descubre que el paraíso tiene forma de billetes encerrados en un maletín. Demasiado hermoso, demasiado fácil. Bellón sabe que la vida no le sonríe, solo le dedica una extraña mueca para burlarse de él. La calle te enseña más que cualquier licenciatura. Así que decide descubrir a quién pertenece todo ese dinero. Además se da cuenta de que no sabe qué hacer con la pasta. Podría huir en un yate junto a una rubia de sonrisa eterna; pero los sueños se estropean cuando la realidad los toca con sus manos pringosas. Bellón prefiere seguir corriendo por el filo de la navaja, el único lugar donde se siente vivo. Mejor eso que ser un oficinista. Un atraco, una trama de policías corruptos y una estela de cadáveres que se van acumulando a medida que la verdad se aproxima.