"¡Salma!, cariño, tendrías que hacerle un favor a tu abuela que tanto te quiere e ir al mercado". Salma se puso el pañuelo azul en la cabeza, se enrolló su ntama de rayas, se puso su collar de cuentas blancas y las sandalias amarillas. Se guardó la lista de su abuela en un pliegue de la falda, se colocó el cesto sobre la cabeza y dijo adiós a su abuela dándole un beso. "No te entretengas, ve al mercado y luego derechita a casa, ¿eh?", le dijo la abuela. "Y NO hables con desconocidos, ¿me oyes?. "Sí, abuela, te lo prometo", dijo Salma.