El Hombre mayusculeado es para Celan el reverso de Dios, tan cercano que se desea mimetizar y petrificar como la imagen de Narciso en el fluir del río. Y tan lejano que se olvida después de su creación. Por ello la distancia también se encuentra en esto: el peligro de que hasta los númenes sean domesticados por la mano del hombre. Es una obsesión demasiado humana, demasiado cercana a Dios. Es la emergencia -señala Gabriel Albiac- de algo prodigioso y aún por estrenar llamado hombre , invención genérica, suntuosa, bajo la cual dar razón de todo aquello que el viejo mundo ignoró y que ha dado lugar a los más crueles y fanáticos acontecimientos de la historia.