Una de las cosas que más atemoriza es saber que algo no es lo que aparenta ser. Esto obliga a permanecer alerta, temiendo a lo desconocido. Las brujas de este relato tienen un aspecto amigable, tras el que ocultan una maldad sin límites, capaz de liquidar a todos los niños que se les pongan por delante y convertirlos sin miramientos en ratones o cucarachas. El humor y la ternura permiten aliviar una tensión que se haría insoportable si se tratara de un libro serio, pues lo que nos relata es que el mal está presente en el mundo y que muchas veces se impone sobre el bien.