En su autobiografía, Jung cuenta el caso de una mujer de la alta sociedad vienesa, muy rica, que padecía graves crisis de angustia y que le había sido remitida por un analista freudiano. ¿Podemos suponer que el propio Freud se la mandó, a pesar de la brusca ruptura que se había dado entre ellos años antes? Una vez arriba del escenario, todo es posible, y la realidad-real, por llamarla así, se vuelve relativa, o en otras palabras, puro teatro.