La vida de Alan Greenmor nunca ha sido fácil, una infancia sin la figura paterna, una adolescencia agobiada por una madre, cuyo único aliciente en la vida es darle a él el futuro que ella no tuvo y para terminar de colmar el vaso, el abandono reciente de su novia Audrey sin darle explicación alguna.
A estas alturas, siente como una losa ese amplio historial de fracasos y abandonos que le persigue y que le incita a acabar con todo, a preparar su muerte.
Curiosamente, en un artículo de una revista sobre el derecho al suicidio, ha conocido el sitio ideal para llevar a cabo su plan: el único punto de la torre Eiffel libre de vigilancia, en los baños de mujeres del lujoso restaurante de la segunda planta "Le Jules Verne", un lugar grandioso para morir...
Y cuando estaba a punto de dar el paso, una tos..., unas palabras, ¡vamos salta! Y una mano temblorosa tendida en el mejor de los momentos, a cambio de un trato, un compromiso: "Tú renuncias a quitarte la vida y yo me ocupo de ti, de volver a ponerte en el buen camino, de hacer de ti un hombre capaz de gobernar su vida, de resolver sus problemas, e incluso de ser feliz. A cambio, deberás comprometerte a hacer todo lo que yo te diga. Deberás comprometerte... con la vida".
Desde ese momento, Yves Dubreuil, su misterioso salvador, comienza a imponerle una serie de retos, algunos más duros que otros, con el supuesto fin de ayudarle a recuperar las riendas de su vida, sin doblegarse a los deseos de los demás.