Aïcha Bassry nos sumerge en un relato misterioso que, por otra parte, nunca pierde su conexión vivencial, con elementos que nos evocan nociones subliminales del realismo mágico, entre la superstición y lo onírico, rayanas a la novela hispanoamericana (no es casualidad que Isabel Allende sea una de sus escritoras predilect as), teñida amargamente de un marcado carácter poético. [ ] Aïcha Bassry nos transmite con la intensidad de una fértil narradora, audaz y directa, cuidando la expresión al detalle pero sin renunciar al severo compromiso que exige el arte de escribir; convirtiendo el mero hecho cotidiano en una experiencia ecuménica y, sobre todo, solidaria.