Muy pronto, en el mes de marzo de 2001, el papa Juan Pablo II va a proclamar beatos de la Iglesia a doscientos treinta y cuatro mártires de la guerra civil española. Mientras espera la llegada de esa fecha, fray Agustín Segorbe, fraile nonagenario, recuerda su infancia durante la Segunda República al leer apresurado, dada la inminencia del acto solemne, unos cuadernos que le han llegado por haber intervenido en una de las causas de beatificación. En ellos descubre que uno de los futuros beatos, joven de honda fe, intentó entender una sexualidad que no admitía, reflejando en su escritura el conflicto entre el Dios amado y sus deseos.
Carmen Frías, con una prosa fruto de la sensibilidad y la percepción, y desde la imparcialidad y el respeto, nos plantea en esta novela un caso hipotético que testimonia un tema de gran actualidad y que no deja de ser uno de los muchos que, como el del reconocimiento de pleno derecho de la mujer, tiene pendientes la Iglesia católica.