?Este es el único país en el que respetan la poesía: matan por ella?, ironizaba Ossip Mandelstam cuando se enteraba de que otro poeta había muerto en alguna carcel de la URSS. Él mismo acabó sus días en un campo de trabajo cercano a Vladivostok. Antes de eso había dejado una de las más singulares obras poéticas de la literatura rusa del siglo XX, una poesía, en palabras de Joseph Brodsky, ?de alta velocidad y nervios expuestos?. Fue, junto con Ana Ajmátova, uno de los máximos exponentes del llamado ?Acmeísmo?, que surge como hijo primero y como reacción después del simbolismo ruso. Aunque se opuso a la revolución bolchevique decidió permanecer en la Unión Soviética, donde sufrió repetidas detenciones y reclusiones en campos de trabajo. Este volumen recoge los tres libros de poemas que publicó en vida.