El proyecto de inteligencia artificial que Alan Turing propuso en 1950 ha avanzado tal y como él imaginó. Cada vez son más los procesos que se reducen a algoritmos ejecutados por máquinas, las cuales aumentan su potencia conforme aumenta su velocidad de procesamiento y su capacidad de almacenamiento. A través de la inteligencia artificial y el despliegue de la red de internet, hemos conseguido una automatización que ha transformado por completo nuestro mundo, nuestra manera de vivir y pensar, nuestras relaciones personales, sociales, políticas y económicas, incluso la concepción que tenemos de la naturaleza y de nosotros mismos. Todo ello hace que surjan nuevas posibilidades, inimaginables hace tan solo dos o tres generaciones. Pero también nos enfrentamos a nuevos retos, que ahora adquieren una dimensión planetaria: está cambiando nuestra estructura social y política, la manera de ejercer la democracia, nuestra relación con el trabajo; están surgiendo nuevas superpotencias globales, nuevos focos económicos ligados al desarrollo tecnológico, nuevas desigualdades En el fondo, todas estas cuestiones remiten al