La figura de los visigodos, invasores de la península ibérica a final del siglo IV, ha sido cantada en gestas como si de grandes héroes se tratara. Sin embargo, sólo fueron una tribu de las que irrumpieron en el Imperio romano que, empujados por la mayor fuerza de los francos, se vieron obligados a cruzar los Pirineos y se instalaron cerca de la actual Girona, en la provincia Tarraconense. A lo largo de trescientos años fueron ocupando territorios hasta alcanzar la totalidad de la península ibérica. Los visigodos, al contrario que otros grupos tribales o raciales, no se mezclaron con la población autóctonas, a la que, sin embargo, por considerar degradante el trabajo manual, exigían las dos terceras partes de toda su producción agrícola y ganadera. De esta forma se mantenían el grupo que a su vez mantenía un fuerte ejército, de unos 150.000 guerreros, pues formaban parte de él todos los varones mayores de quince años. Los visigodos fueron rechazados en varios puntos de Andalucía, por lo que sufrieron una cruel persecución, en una de las cuales incluso devastaron toda la Oróspeda, en las fuentes del G