Samuel, David e Izan, aunque no se conocen, a todos le ha pasado factura el trato directo o indirecto con la tienda de antigüedades, conocida como "El tenderete de las reliquias". Este lugar es especial, ya que tiene un contrato con sus clientes que puede tener consecuencias muy negativas si no se siguen las advertencias del dueño.
Samuel, por ejemplo, tuvo que negociar con su osito de peluche de la infancia. El dueño de la tienda le ofreció una buena suma de dinero por venderlo, algo que cubrirías sus deudas. El hecho de deshacerse de algo tan querido le causó un gran dolor de cabeza mucho tiempo después.
En cambio, a David y a su familia le fue mucho mejor. Heredó una fortuna y una gran casa de su tía Ana, convirtiéndose en el único heredero. Parecía que todo estaba saliendo a pedir de boca para él y los suyos, pero pronto descubrió que su herencia también traía consigo un protector implacable que estaba dispuesto a llegar demasiado lejos para protegerlos.
Por último, está la historia de Izan, un pintor cuya ambición y ansiedad lo llevaron a saltarse sus principios. Desesperado por terminar su colección de cuadros para una galería con un dueño de dudoso prestigio, decidió hacer trampas y apadrinar un cuadro insólito. Lo que no sabía era que este cuadro tendría consecuencias inimaginables en su vida.
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