Bendecida con una voz extraordinaria templada al calor de suinsobornable activismo, Sinéad OÆConnor irrumpió, muy a su pesar, enla constelación de las grandes roqueras a finales de los ochenta, conuna pompa que no iba con ella y de la que acabaría abjurando en pocotiempo. Para cuando contaba veinte, era ya mundialmente famosa y sehabía visto inadvertidamente catapultada a una vida con lasservidumbres propias de una estrella con mayúsculas. Por suiconoclasta aspecto y sus célebres intervenciones televisivas -comocuando descuartizó la fotografía del papa en Saturday Night Live a fin de impulsar su campaña contra los abusos de menores- ha fascinado eindignado por igual a millones de apocalípticos e integrados. EnRemembranzas, O'Connor desgrana los pormenores de su tempestuosainfancia; infierno de abusos y violencia parental que no tardará endejar a sus espaldas a cuenta de los muy precoces triunfos quecosechará con sus primeros tientos en el universo sonoro. Un clamorarrollador acompaña su irrupción en una industria discográfica quetrata de fagocitar al naciente mito y a cuyo establishment seenfrentará hac