"Los últimos seres humanos viven en el silo, una prisión subterránea que ellos mismos han construido. Desde allí pueden ver el exterior, una imagen pixelada del mundo devastado y contaminado que han heredado de sus antepasados. Pero esta visión que ofrecen las cámaras del silo se va degradando poco a poco, cubierta por los vientos tóxicos que matarían en pocos minutos a cualquiera lo suficientemente loco como para salir al exterior.