La violencia de género existe porque nuestra sociedad es patriarcal. La metaestabilidad de la violencia contra las mujeres como garante del mantenimiento de sociedades patriarcales, lleva a la autora a analizar uno de los periodos de mayor dimensión política y de enormes consecuencias sociales y mentales: la emergencia de la Gran Iglesia. En este complejo contexto, tolerancia e intolerancia, violencia, autoridad y dominación adquieren gran dimensión. Dentro de este fenómeno, los límites impuestos a las mujeres constituyen el sello referencial de la jerarquía eclesiástica. Cómo se caminó hacia la subordinación de las mujeres y cuáles han sido los recursos que la dotaron de durabilidad, de efectividad -tanto más cuanto se consiguieron trabar en lo más hondo de quienes querían alcanzar la gracia de Dios- es uno de los intereses de este estudio. Plantea, también, el análisis del complejo proceso que ha generado un sustrato violento tan perdurable en el tiempo como para constituir la ?heren