La ciudad de Bilbao ha sufrido en la últimas décadas grandes cambios. Tradicionalmente calificada de popular e industriosa, hoy ha protagonizado un eficaz lavado de cara que ha hecho olvidar el tópico de ciudad gris y sin personalidad para ofrecer una imagen más amable y acogedora.
Esconde la ciudad tras su sólido rostro una compleja personalidad que se ha ido dulcificando con los años. Conserva las huellas de las sucesivas ciudades que la han forjado en cinco siglos de historia y han hecho de ella una urbe dividida y revuelta. Sobrevive, crece y se renueva la villa de don Diego más segura que nunca de provocar en sus habitantes un sentimiento de orgullo. Sabe Bilbao que la belleza de las ciudades son también cualidades del alma.
Bilbao concentra el grueso de la población de Vizcaya, pero no la totalidad de sus atractivos. El resto de la provincia es un mundo poblado de apasionados paisajes que se puede conocer en excursiones de un día. Resulta práctica la división de los recorridos por el territorio vizcaíno en dos grupos: costa o interior. La costa es una sucesión de abruptos acantilados salteados por pequeños puertos pesqueros. Menos conocidas, las comarcas interiores tienen en sus valles de bosques y pastos paisajes de una excepcional belleza. Los dos marcos, costa o montaña, están además salpicados de pequeños pueblos que conservan todo su sabor tradicional.