El inspector Martos está a punto de jubilarse, pero no estará dispuesto a hacerlo hasta terminar con la obsesión que le ha perseguido durante años: desmantelar La Llama, una organización con los mejores sicarios de Europa. Su única opción es poner en peligro a aquello que más quiere. Desde que Mery se infiltra en la institución, pasa a formar parte de un juego perverso condicionado por el tiempo en el que tendrá que pasar pruebas que arriesgarán su vida. Leila Leclerc será la encarga de dirigir el juego y se convertirá en el azote y la sombra de Mery. Sin piedad ni remordimiento, convertirá la partida en una pesadilla para la jugadora y en una diversión para ella.