¿Qué hacer cuando uno es testigo del mayor descubri-
miento de la humanidad? ¿Es posible conciliar los
sentimientos con el deber? ¿Será suficiente un sólo
hombre para cambiar el destino de todo un mundo?
El Químico ha descubierto algo maravilloso. Sus cuatro
amigos apenas pueden creerlo, pero han de rendirse a
la evidencia: no estamos solos en el universo, aunque
no es necesario mirar a las estrellas para verlo. Otros
mundos son posibles en el lugar más insospechado...
y nos están esperando.