Tras un reflexivo y enriquecedor silencio de cinco años, Seronda, el esperado nuevo poemario de Ana Pérez Cañamares, es la celebración de la caída y el asombro que alberga cada hoja de otoño, despojada y cobriza. Fruto tardío, este libro respira lenguaje, compromiso. Articulado en cuatro secciones ?Haz, Limbo, Envés y Nervadura? es un viaje que nos incita a hacer balance, desde el recogimiento y la introspección, sobre el bosque interior de lo vivido. Es la raíz que late como herida y se nutre de la propia experiencia en un permanente diálogo con la naturaleza. Aquí están la exhortación a la pausa, a la simplicidad, a lo pequeño, a la belleza diaria y cotidiana, a lo que pasa desapercibido, a lo que pudo ser y aún podría, a la humildad del ?no sé?, dos pequeñas palabras, pero dotadas de alas para el vuelo, como dejó escrito Wislawa Szymborska en su discurso de aceptación del Premio Nobel, allá por 1996. Aquel que piensa que lo sabe todo/mejor dé media vuelta/y se enfrente a su sombra, nos alerta Pérez Cañamares en uno de sus poemas. Seronda también quiere ser una invitación a la ternura, a la empatía, a pre