Las ciudades castellanas se han levantado en armas contra el rey Carlos I con el grito de: «¡Comunidad. Viva el pueblo y abajo el mal gobierno!». Reprochan al joven monarca, que no se ha molestado en aprender una palabra del idioma de sus súbditos, la entrega de los cargos y sinecuras del reino a un grupito de cortesanos flamencos que se llevan a manos llenas los dineros castellanos a Flandes y que gobiernan de forma despótica sin respetar las costumbres y viejas leyes del país.
Los alzados niegan a don Carlos al estimar que la reina legítima es Juana I de Castilla, mal llamada La Loca, quien nunca fue inhabilitada por las Cortes. Pero el movimiento comunero se irá radicalizando a lo largo de la contienda exigiendo que el pueblo participe en el gobierno.
En este ambiente, dos cronistas independientes, Jaime de Garcillán y Alonso de Torrelaguna ―protagonistas también de la novela Sobra un rey―, se involucran en la causa comunera y reciben una delicada misión llena de peligros: entrar subrepticiamente en el palacio de Tordesillas donde está encerrada doña Juana para conseguir el apoyo de esta. Si la reina firma, el reinado de su hijo Carlos se habrá terminado.
La novela narra los avatares de la relación de los revolucionarios con doña Juana, así como los intentos de los agentes de don Carlos para abortar esta operación. José García Abad cuenta con emoción, realismo y absoluto respeto a los acontecimientos los hechos de guerra que se produjeron y las traiciones y disensiones internas que llevaron a los dirigentes de la Comunidad al patíbulo.